Emilia estaba harta de escuchar el sonsonete inentendible del
profesor de inglés, entonces decidió mirar por la ventana y despejarse lanzando
la vista para cualquier parte. En el edificio de en frente había un pájaro
blanco metido en una jaula y una anciana parecía estar cambiándole la comida.
Se escuchó un estruendo sobre su pupitre y al volver los ojos al fentre, su
vista se encontró con la del maestro que la miraba desafiante. Sacó su cuaderno
y comenzó a anotar en desorden lo escrito en el tablero, pero después de un
rato se distrajo de nuevo mirando a la ventana. El pájaro ya no estaba en la
jaula, se encontraba posado en el hombro de la anciana, mientras ella miraba la
televisión. El maestro pidió que sacaran una hoja y así se hizo. Emilia no
tenía idea si quiera de lo que estaba escribiendo en el papel. Mientras fingía
escribir algo, miró a la ventana de nuevo y observó que el pájaro picaba la
oreja de anciana; miró con más cuidado y notó que el pájaro halaba con el pico
un hilo ensangrentado que venía del interior del oído de la mujer. Gritó
horrorizada en medio de la clase y el profesor vociferó algo que no pudo
entender, pero leyó en su cara que debía salir del salón. Cuando Emilia salió
del edificio vio un remolino blanco bajar a toda prisa del cielo, acompañado de
chillidos estridentes; sintió un aleteo seco, el arañazo de unas uñas
puntiagudas en el hombro, el roce de unas plumas en su mejilla y un dolor
fulminante en el oído.
No hay comentarios:
Publicar un comentario