Una ráfaga de astros
salpica de tinta el papel:
es un felino que relata
los universos en su piel.
Desencantado sobre un árbol
en otoño permanente;
bajó con la agilidad de un rayo
en un impulso vehemente.
Dejó atrás el paraíso verde,
pisó los suelos agrietados
y conoció un infierno
inerte
de muros pintados.
Se le tiñó el pelaje de historias:
Constelaciones de prosa…
Los zarpazos van sin métrica,
él apenas sabe contar piedras;
ritmo: solo el que ha escuchado
al oír gritar a sus presas.
En la selva es depredador,
en la calle una fiera digna de temor;
en el papel coleccionista de mundos
y entre las palabras cazador.
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